Ellos



¿Qué es la felicidad?

La ausencia de miedo

















jueves, 30 de abril de 2009

Detesto

Detesto las comillas, en cada línea, en cada duda.

Detesto a los lectores que aceptan las comillas, idiotas necesitados de explicaciones.

Detesto a los escritores de comillas, imbéciles en busca de gloria fácil, ésa que no deja huellas.

Detesto a los que censuran en nombre de una educada libertad de expresión: métete tu hipócrita corrección por el culo: “Introdúcete tu insincera urbanidad por el ano”.

Menos que cero

(...) Me apoyo en la pared. Oigo a Spin gimiendo en el dormitorio y luego el sonido de una mano que golpea. Probablemente un rostro.
-Pero tú no necesitas nada. Lo tienes todo -le digo.
Rip me mira.
-No es cierto.
-¿Qué?
-No lo tengo todo.
Hay una pausa y luego pregunto:
-Mierda, Rip, ¿y qué es lo que no tienes?
-No tengo nada que perder.

Rip se aparta y entra en el dormitorio. Miro dentro y Trent ya se está desabrochando la camisa mientras mira a Spin, que está sentado a horcajadas sobre la cabeza de la chica. (...)


Menos que cero (1985).

sábado, 25 de abril de 2009

Firmin y la psiquiatría



"En psiquiatría es casi un axioma que la combinación de la precocidad intelectual con la debilidad física puede dar lugar a muchos rasgos de carácter muy desagradables: avaricia, manías de grandeza y masturbación obsesiva, por nombrar sólo algunos. Y, de hecho, si me he pasado la vida tratando de evitar a ciertos pretendidos expertos (me refiero a los psiquiatras) es porque los tales poseen -adquirida en los manuales más rudimentarios- una visión preconcebida de las profundidades de mi carácter. Se trata de una aversión muy natural, creo, teniendo en cuenta que entre los restantes efectos lamentables de mi dolencia hay uno que nunca deja de manifestarse: la necesidad casi patológica de esconderme o, si ello no fuera posible, de llevar máscara".
Firmin. Sam Savage

viernes, 17 de abril de 2009

Camino a los Ángeles



Una mañana desperté con una idea. Una buena idea, grande como una casa. La idea más grande que había tenido, una obra maestra. Trabajaría como recepcionista nocturno en un hotel..., ésa era la idea. Me permitiría leer y trabajar al mismo tiempo. Salté de la cama, engullí el desayuno y bajé los escalones de seis en seis. Una vez en la acera, me detuve un momento a meditar la idea. El sol calcinaba la calle y me despejó quemándome los ojos. Curioso. Ahora que estaba totalmente despierto la idea no me parecía tan buena, una de esas que se nos ocurren adormilados. Un sueño, un simple sueño, una trivialidad. No podía trabajar de recepcionista nocturno en aquel municipio portuario por la sencilla razón de que ningún hotel del municipio tenía recepcionistas nocturnos.

Camino a los Ángeles (Escrita en 1936 y publicada en 1985).

John Fante (1909-1983)

martes, 14 de abril de 2009

Crematorio


(...). Al fin y al cabo, ni la ética, ni el arte, y ni siquiera la política, son otra cosa: representar disimulando el esfuerzo que hay que hacer para aprenderse el papel, interiorizar el personaje, y que la interpretación parezca fruto de la espontaneidad. El actor sufre memorizando su texto para que luego los espectadores vean algo que se desarrolla con aparente facilidad. Los artistas que se complacen en mostrar su obra como fruto del esfuerzo nos parecen de un narcisismo inmoral. Como si la verdad del arte exigiera la mentira suplementaria de la desenvoltura.
Rafael Chirbes; Crematorio

sábado, 4 de abril de 2009

En el camino


Ya estoy en el camino, ya no puedo parar, ayer lo vi, ayer, después de diez días casi sin dormir, con el estómago a reventar, la cara hinchada, ojeras... Fue ayer, después de un sueño donde alguien se comía a un feto. Después de que Rimbaud volviese a mí. Después de ordenar la prosa con un porro fumado como si fuera una máscara de oxigeno que me devolvía la vida. Después de recuperar la creencia en la sencillez de la palabra; en la rectitud de la poesía limpia; en mí. Mi temporada en el infierno terminó, ahora comienza mi temporada en el experimento. Así me tomaré lo que me quede de vida, como un doloroso y mal pagado experimento. Y grito, ¿NO ME OYES?, estoy gritando de alegría mientras lloro. Y río, ¿no me oyes?, estoy riendo de tristeza mientras lloro. Ya estoy en el camino; recto, sin salida, sin excusas, sin marcha atrás. De aquí sólo me saca la muerte, la jodida muerte.

viernes, 3 de abril de 2009

El cerdo Tatuado



A la perlita esta le dieron el Premio Nobel de la Paz en el año 1973 -junto al representante norvietnamita Le Duc Tho-, por los acuerdos alcanzados para poner fin a la guerra de Vietnam. Dado que la guerra se prolongaba a pesar de los acuerdos de paz, Led Duc Tho renunció al premio, aunque Kissinger prefirió conservarlo. En Estados Unidos se publica ahora el libro All the art that's fit to print (and some that wasn't), Todo el arte que cabe en las páginas (y algo del que no cupo), con las ilustraciones que no fueron admitidas por el New York Times desde los años setenta, época en donde comienza esta tendencia de ilustrar artículos de opinión externos a la línea editorial del periódico. La autora de la recopilación es Jerelle Kraus, responsable de arte de la página de opinión del diario The New York Times durante 13 años.


Me da la impresión de que el libro puede estar muy bien, con el dibujo de Kissinger me basta para imaginar el resto. Esa espalda gorda tatuada, ese cuerpo de cerdo marcado por las guerras y conflictos (Vietnam, Golpe de estado de Allende, golpe de estado en Chile, Laos, Camboya, Argentina, la caza de brujas comunistas…) en los que estuvo metido. Woody Allen dejó de creer en los premios Oscar siendo joven, cuando vio que no se lo daban a Marlon Brando por Un Tranvía Llamado Deseo. Yo no creo en los premios –del tipo que sean- desde nunca, pero que el cerdo psicópata de H K tenga un nobel de la paz en su casa, en su historia, me revuelve las tripas.